Audio completo del debate «A 200 años del nacimiento de Marx»

Fuente: universidad.edu.uy

El jueves 3 en la Facultad de Información y Comunicación se desarrolló el debate «A 200 años del nacimiento de Karl Marx». Participaron el ex presidente Julio María Sanguinetti y el secretario general del PIT-CNT, Marcelo Abdala, la moderación estuvo a cargo del rector de la Udelar, Roberto Markarian. La actividad fue organizada por el PIT-CNT, con el objetivo de debatir sobre la vigencia y las perspectivas del pensamiento marxista. Al comenzar, Markarian se refirió a la vida de Marx entre los 18 y los 23 años, y cuestionó la madurez de los jóvenes hoy a esas edades. Explicó que el teórico ingresó a la Universidad de Bonn a estudiar Derecho y luego pasó a la de Berlín, donde se encontró «con la gran escuela hegeliana», en un ambiente dominado por incesantes discusiones filosóficas. Finalmente Marx elaboró una tesis doctoral sobre los filósofos griegos Demócrito y Epicuro.

AUDIO DEL DEBATE

 

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Citando a Franz Mehring, biógrafo de Marx, el rector explicó que su carácter y afán «acuciante e insaciable de saber, que lo impulsaba a atacar apresuradamente los problemas más difíciles, unido a aquel espíritu crítico inexorable que le impedía resolverlos atropelladamente, imprimía ya entonces, como habría de imprimir a lo largo de su vida, un ritmo de lentitud a sus trabajos. Fiel a esta manera de ser, tuvo que hundirse antes de empezar a escribir en las fosas más profundas de la filosofía griega».

Markarian se refirió a la obra ¿Qué es la Historia?, de Edward Carr, que expresa que «el contenido práctico de absolutos hipotéticos como la igualdad, la libertad, la justicia, o el derecho natural, varía de un periodo para otro, de un continente para el otro. Cada grupo tiene sus valores, que están arraigados en la historia. Cada grupo se protege a sí mismo contra la irrupción de valores extraños inoportunos, que moteja con epítetos envilecedores. La norma de comparación o el valor abstractos, divorciados de la sociedad y dirimidos de la historia, son una entelequia, lo mismo que el individuo abstracto». El rector afirmó que el «espíritu de apertura» expresado por Carr motivó «que aceptáramos la invitación a ser moderadores de esta reunión, y es el espíritu de la Universidad de la República».

Sanguinetti agradeció la oportunidad para «provocar la reflexión y el pensamiento en este tiempo tan acelerado». Para ubicar el tema del debate se valió de la lectura de dos fragmentos, uno del Manifiesto Comunista, de Marx y Friedrich Engels, y otro de La riqueza de las naciones, de Adam Smith, con la intención de «alejarnos de la caricatura».

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Capital global. El primer texto expresaba que la burguesía «ha retirado debajo de nuestros pies el mismísimo suelo nacional. Las viejas industrias nacionales se han ido y se siguen yendo a pique, presionadas por nuevas industrias cuya entrada en escena constituye un serio riesgo para todas las naciones civilizadas». De acuerdo con el texto esa transformación no solo alcanzaba a la producción industrial sino también «a la producción espiritual», y afirmaba que «la unilateralidad tiene los días contados». «Da toda la apariencia de un teórico actual de la globalización», precisó Sanguinetti.

Citando la obra de Smith de 1776, expresó que «el incremento del ingreso y el capital, es el incremento de la riqueza nacional. La demanda de los que viven de su salario en consecuencia aumenta la expansión de la riqueza nacional. La retribución generosa del trabajo entonces, así como la consecuencia de la riqueza creciente, también es la causa de una población creciente. Lamentarse por ella es lamentarse del efecto y la causa indispensable de la máxima prosperidad pública».

Sanguinetti reflexionó que «ni Marx es el que a veces sostienen los marxistas, ni Adam Smith es el liberal insensible que desconoce el fenómeno social». La concepción de Marx, que para él fue «muy influido por la revolución francesa», es considerada la «última ideología de occidente», indicó. Mientras que Marx construye «una utopía y la definición de leyes que pasan a ser ineluctables», la revolución francesa y el liberalismo, fuera de los principios de libertad, igualdad y fraternidad, no construyen un sistema de interpretación. Marx intenta una explicación del mundo y a partir de allí, «construye una gran ideología». Parte de una visión antropológica del hombre y no contempla una esencia humana constante y permanente que se proyecte en el tiempo, sino que considera que «el hombre es lo que hace, el hombre es su trabajo, es parte de las relaciones de producción».

Esto conduce a Marx a una concepción materialista de la vida, en la que «importan más las cosas que las creencias, importan fundamentalmente los factores de la estructura productiva», expresó Sanguinetti. Luego concibe las que considera las leyes naturales del desarrollo humano, y «hace de la lucha de clases y de la evolución leyes de inevitables consecuencias», que se van a producir naturalmente. «No es la conciencia la que moldea la estructura de producción, sino que las estructuras de producción son las que generan la conciencia en los humanos». Marx ve el mayor obstáculo en la propiedad, y al desaparecer la propiedad puede instalarse la sociedad comunista, indicó.

Sin embargo, la utopía de Marx fue «muy contestada por la historia», aseguró Sanguinetti. La revolución no ocurrió en los países en los que él pensaba, sino en los más pobres, como Rusia, y tampoco se llegó a la pauperización que él esperaba. En opinión del ex presidente la realidad se dio de ese modo porque en la visión marxista «había un reduccionismo», «si la historia es solo lucha de clases, se está prescindiendo de otras cosas, como las naciones, las religiones. No solo están las estructuras de producción, también están las ideas, y son las ideas las que permitieron a las democracias asentarse».

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Teoría y práctica. Para Sanguinetti la experiencia histórica demostró que la dictadura del proletariado llevó a «una congelación autoritaria», tanto en Rusia como en todos los estados que acogieron la doctrina marxista. La principal falencia de la visión marxista es «no asumir la libertad como un fenómeno individual», aseguró. Agregó que la doctrina se basó en el concepto de la plusvalía, pero hoy «el mecanismo de acumulación cualitativa no se da». Los magnates de hoy no son en su mayoría herederos, tienen empresas como Google o Apple que no son producto de una acumulación anterior, «son hijos de la facultad creadora del individuo», de la inventiva y la creatividad. Tampoco hay un ineluctable proceso de la destrucción del sistema capitalista, indicó, en cambio, la baja productividad y la pérdida de la libertad en los sistemas marxistas, «los llevaron a su derrota».

Por su parte Abdala valoró la importancia de dar en el debate una lucha ideológica desde el respeto, para aportar. Se manifestó afín a la posición del historiador Eric Hobsbawm, que sostiene que el debate sobre el marxismo no puede limitarse a una polémica «a favor o en contra», y que esa ideología no solo ha dominado la discusión intelectual del mundo moderno en los últimos 130 años, sino que a través de su capacidad para movilizar fuerzas sociales se ha constituido en una presencia crucial y «decisiva de la historia del siglo XX».

Abdala dijo que desde su perspectiva está viva la díada dialéctica que vincula la teoría revolucionaria con el movimiento revolucionario, «para nosotros es un concreto». Indicó que la ideología marxista se alimenta de tres fuentes importantes: por una parte la filosofía clásica alemana, por otra la economía política inglesa, y por último el socialismo utópico francés. La visión marxista «es una síntesis superior», dijo, que integra el cientificismo riguroso con el carácter «de hombre revolucionario, que tomó partido sobre el conjunto de los problemas sociales de la época».

La dialéctica es un método «antidogmático», aseguró Abdala, basta para ello con ver la capacidad de Marx y Engels para notar que algunos conceptos del Manifiesto Comunista debían ajustarse a nuevas realidades. «No defendemos una visión teológica» o textualista del marxismo, expresó, porque su método vivo de análisis permite la comprensión de la realidad para transformarla. Jacques Attali, otro de los estudiosos de Marx, sostiene que fue «el primero en aprehender el mundo en su conjunto, que es a la vez político, económico, científico, filosófico», indicó.

Para Abdala el aporte principal de Marx, en lo que respecta a la economía política, es el análisis de la mercancía establecido en el capital, y «especialmente el análisis del doble carácter del trabajo contenido en la mercancía». Sin importar las características de una mercancía, bien o servicio, es esencial considerar el tiempo de trabajo invertido en su producción, y es este un aporte fundamental de Marx frente a visiones anteriores. Abdala se concentró en el concepto de «plusvalía relativa, que deriva de la mejora de la capacidad técnica del trabajo, o productividad». Este determina que el capital se vea obligado a «revolucionar permanentemente las condiciones técnicas de la producción». Según la visión marxista, invierte más en tecnologías que en el pago de las fuerzas de trabajo, expresó, por tanto perpetúa la concentración de la riqueza.

Siglo XXI. El dirigente se refirió al último informe de la Organización Internacional del Trabajo, que indica que la pobreza extrema se redujo a la mitad entre 1990 y 2010, y que este año se prevé un crecimiento económico mundial de 3,6 %. Sin embargo, «al día de hoy hay 192 millones de personas desempleadas», y el 42% de los trabajadores del mundo tienen empleos vulnerables. Por otra parte, según el informe de Oxfam internacional, en 2017 surgió un nuevo «milmillonario» cada dos días, hay 2043 personas que en el último año se han apropiado de un valor producido que alcanza los 762 mil millones de dólares. Con esa suma «se podría haber acabado con la pobreza extrema siete veces», afirmó. El 82% de la riqueza generada en 2017 fue al 1% más rico de la población, y «el 50% más pobre no vio absolutamente nada». Hay por tanto «una crisis de desigualdad» derivada de esas leyes del capital que favorecen y organizan la hipercentralización de la riqueza, remató.

Abdala afirmó que el marxismo no solo estableció en forma abstracta un proyecto de sociedad, sino también qué fuerza social podía encarnar un proceso de superación de una sociedad histórica. Es interesante experimentar en la crítica «cuál es la relación entre el marxismo y la democracia, yo considero que la cuestión democrática no es atribuible estrictamente a la relación capital liberal», opinó. Agregó que el movimiento obrero estuvo siempre sistemáticamente unido a la democracia, y en Uruguay la defendió ante el golpe de Estado.

Aseguró que en el marxismo «hay muchas pistas que pueden ser utilizadas para analizar el colapso del socialismo real». También destacó el valor de la doctrina para analizar las problemáticas del siglo XXI, superando las herramientas que para ello aporta la teoría neoclásica.

Los participantes respondieron algunas preguntas del público. Al finalizar el debate, Markarian citó un fragmento del libro Los marxistas, de Charles Wright Mills, quien luego de enumerar distintos tipos de personas de acuerdo a su relación con la doctrina marxista, sostiene que «si este libro no hace más que empujar a esa gente a estar más cerca de las experiencias de ser auténticos ciudadanos, habrá cumplido su propósito».